domingo, 20 de junio de 2010

Depresión estival

El verano no le gustaba a José. Las chicas iban bonitas, la luz le impedía abordarlas. Las calles se llenaban de viejos, adolescentes y parejas de treintañeros con carritos con bebés que habían nacido hacia pocos meses, fruto de la pasión que se había iniciado un año antes con el inicio de la primavera. Los rincones oscuros y desolados que florecían en invierno se transformaban en lugares de encuentro, botellones y comentarios sobre el Mundial. Las gabardinas no se llevaban y salir a la calle debidamente preparado para su actividad favorita era imposible. Además, por culpa de los turistas, los coches de la policía no paraban de patrullar, destrozando la inquietante tranquilidad que le era propicia cuando el sol no lucía. La felicidad con la que iba a su triste trabajo en Noviembre, era ahora un recuerdo que hacía aun más dura su estival depresión. Todos los años le pasaba lo mismo. ¿Cuántos intentos de suicidio tendría en estos cuatro meses? El año pasado fueron tres. Éste se olía que serían más. Como dijo Frederich Stingler: “es verano, mal tiempo para el violador en serie”.

1 comentario:

  1. eso de ver más, querer y no poder, es una mierda. En verano tantas carnes al aire, y no poder meterla por la fuerza..., pobre hombre.

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