lunes, 22 de marzo de 2010

La canción de Gila

Estado: a mano izquierda una botella de fino muy seco de Jerez La Ina junto a un teléfono inalámbrico, un cigarro que se consume en un cenicero a la vera del paquete del que surgió y un dvd con Microsoft Office 2007. A la derecha, el horizonte crepuscular de un futuro post apocalíptico tremendamente mal filmado en la penosa peli que vi el domingo.

Poesía del día:

Recomendación del día: "El libro de Eli", ya que es una de las peores películas que he visto en tiempo, y deseo que el tiempo que he perdido mirándola no me deje atrás en la escala evolutiva humana (una hora y pico pueden dejar muy atrás), así que si me hacéis el favor de verla, estaréis ayudando a un pobre ornitorrinco sin pico a decidirse entre ser mamífero y ave. Pobrecico.

Historia del día:

España, 1943. Un patio de colegio. Los niños entonan encantados la famosa canción que dice así: "mil cuatrocientos noventa y dos, nace el imperio español...". Un cura cura el onanismo de uno de sus pupilos mediante una terapia de shock, masturbarle sin parar hasta que su glande supure sangre. Un veterano requeté, reconvertido en profesor de Religión, explica como salvó a España mediante la mutilación sistemática de extremidades de rojos de mierda, no deja ningún detalle a la imaginación de sus alumnos. Una solterona santona (que es lesbiana pero lo confunde con amor a María) enseña matemáticas y calma su ira interna contra la falocracia imperante mediante el ensañamiento físico (usando regla de metro y medio) en los dedos y nalgas de esos futuros machos ibéricos. Otro cura, profesor de Lengua, ha sacado a Iván de la clase; el pobre chaval ya sabe por experiencia que no podrá sentarse cómodamente en tres días. Manolo, el conserje, exhala humo de un ducados y piensa: "España, 1943..."

Cosa extra:

Hoy he empezado a describir como funcionaba la administración de justicia durante el Éxodo. Olé, olé y olé.



1 comentario:

  1. Pensaba yo, el no ser ni ave ni mamífero, o serlo todo a la vez, otorga al ornitorrinco un temible poder, el de la indeterminación cuántica espacio-tiempo; un poder que dejaría en bragas al escuadrón completo de los mismísimos Power Rangers. Es inevitable ya, el mundo sucumbirá al orden ornitorrínico, y si no, al tiempo.

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