lunes, 22 de febrero de 2010

La canción de Neil

El tabaco sabe a aerosol. Bueno, más concretamente parece como si alguien hubiese solidificado un aerosol, hubiese chamuscado el resultado de la solidificación y, finalmente, hubiese introducido esa materia dentro de un cilindro de papel hueco. Cuando exhalas el humo te das cuenta de ello. Es un momento en que realmente admiras tu valentía. En una época en que la heroicidad ha muerto, ya que no hay nada por lo que heroizarse (cosa que lleva a heroinizarse, aunque eso lo dejaré para otro día), el tomar algo que no te da ningún provecho sólo por el placer de saber que estás arriesgando tu vida y la de los demás (no olvidemos que los mayores héroes, es decir, superhéroes como los 4 Fantásticos, necesitan cargarse media Nueva York cada vez que un rufián se pone a joder la marrana) es fruto de este recuerdo que conservamos en la memoria colectiva de los grandes héroes. En conclusión, el fumar no es una adicción demodé, sino una regresión involuntaria a tiempos mejores.

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